jueves, 26 de abril de 2012

El placer de estar en contra


La pasión de los españoles tiende a infinito. Sí, pero a infinitos diferentes.

Hay un "aquel" que hace que unos tiendan a infinito y los otros a menos infinito. En este país estamos muy preparados para estar en contra. Ésto es así y no me cabe duda de que seguirá siéndolo. En España jugamos todos contra nosotros mismos, lo demás es coyuntural. Ese "aquel" lo llevamos muy marcado en nuestros genes, pero en los dominantes, y lo trasmitimos de generación a generación con pasmosa sencillez. Somos expertos adoctrinadores muy capaces de construir un muro invisible que imposibilita que trasmitamos a nuestro país una fuerza común contra las adversidades. Esas adversidades que necesitan de grandes respuestas pero nos hacen tomar las de Villadiego y elegir lo mediocre como "modus operandus".

Las circunstancian de estos últimos tiempos ponen al píe del cañón dos mundos paralelos: el fútbol y la política. Dos grandes pasiones nacionales que implican a la mayoría de la población en la elección de bufanda. Ejemplo de polarización y de cómo el dolor se convierte en felicidad de forma inversamente proporcional al mal del hermano archienemigo.

Fútbol y política. Política y fútbol.

Ojo a la actitud de los aficionados al fútbol tras confirmarse que ninguno de los dos mejores equipos españoles van a estar en la final de la copa de campeones. Más allá del disgusto futbolero lo que se respira es tranquilidad. Una paz interior tras ver que el contrario no estará tampoco en la final deseada. En los días previos a los partidos, a la mayoría de los españoles ni se nos pasó por la cabeza hacer piña para establecer las condiciones más adecuadas para que nuestros dos máximos representantes se convirtieran en la envidia del mundo.

Y no es más que fútbol pero ojo con la Política. En política pasa igual, gobernamos todos contra nosotros mismos. Gobierno tras gobierno ha consolidado su poder en el conflicto de las diferencias. Desde el consenso aquel de finales de los 70, ningún partido con capacidad de gobernar ha conseguido dar un paso hacia adelante que permita a este país proyectar una imagen de fuerza común. Siempre han funcionado con una visión de gobierno partidista y su objetivo prioritario ha sido la derrota. Derrotar al otro en las próximas elecciones, sin concesiones, sin respetar tan siquiera los buenos pasos de su antecesor, incluso escondiendo el trabajo bien hecho o cambiando normas que marcan el progreso de un país. Sin pararse a pensar, sin pararse a diseñar formas de actuar comunes que construyan. En beneficio de todos, que permita al gobierno de turno en cualquier situación, mucho más en circunstancias de extrema dificultad, dar con la clave y tener la total confianza para elegir la decisión adecuada, incluso consensuada con un único fin: mejorar la vida de aquellos a los que gobiernan.

La importancia de cerrar el conflicto en positivo.

Me da que más allá de nuestras fronteras la capacidad de sentir la salvación con el mal del vecino parecer algo extraño, incluso de tontos. Tengo mi propia teoría de que ese comportamiento parte de la forma como los españoles superamos los conflictos. Sobre todo los más cercanos en la historia. Ayer fue 25 de abril, fecha de aniversario del cierre de un conflicto entre vecinos, seguro que nos pasó desapercibido por el furor futbolero, y me gustaría finalizar este artículo con él. A través de su imagen fetiche, la imagen del final de la Revolución de los Claveles que hace pocos años podría parecer algo "kitsch pero, al verla, he pensado que simboliza todo lo que echo en falta en esas situaciones de conflicto: la fraternidad de un pueblo y su unidad por un objetivo común.






Reacción acción: totalmente de acuerdo.