sábado, 30 de octubre de 2010

Me gusta esta historia.

Voy a contar una historia y media. Me gusta escuchar a uno de mis mayores, la más mayor que me queda, contar cuando llegó a Puertollano. Me cuenta que llegó a una estación que venía del campo que traía una maletita. Que durmieron: ella, su marido y sus dos niñas pequeñas en una habitación por encima del puente de cemento. Me cuenta que mi abuelo consiguió trabajo en las minas y que tuvieron su primera vivienda en la calle del Carmen, justito al lado de las antenas. Me cuenta que ha visto crecer esta ciudad con sus propios ojos, llorosos, felices. Me cuenta que mi abuelo enfermo pasó de la mina a Calvo Sotelo, entre recuerdos lo tengo atendiendo en el economato del poblado. Me cuenta que tuvieron suerte, mucha suerte. Que ella quería una vivienda mejor para sus hijas. Que poco a poco ahorraba, que poco a poco, mejoraban. Que poco a poco gracias al pequeño salario de mi abuelo crecía su maletita. Me cuenta que cumplió varios de sus sueños: tener una casa en una zona más cercana al centro, en la calle Cardenal Monescillo, que yo recuerdo pequeña, fría y húmeda, pero un hogar extraordinario y caluroso donde crecí. Otro sueño, que sus hijas no sirvieran a nadie, como era habitual en las jóvenes del barrio de "El Carmen", les dieron profesión: modista y peluquera. Me cuenta que tuvo nietos y disfruta verlos crecer por las calles de la ciudad, yendo y viniendo de Madrid en el Ave cuando pueden escapar de sus trabajos. Me cuenta que le gusta ver como ha crecido su maletita y la de los suyos. Me cuenta que le gusta andar por las calles de Puertollano en la que está tan cerquita de sus hijas y de alguno de sus nietos. Ahora vive en la calle Las Cruces en un pequeño y confortable apartamento y no tiene que cruzar carreteras, ni vías de tren para pasar un ratito con los suyos. Yo llegué a una estación, me cuenta.

Perfila (Pryscila) te queremos

jueves, 14 de octubre de 2010

Una solución final, por ejemplo







Estoy dándole vueltas al tema de los abucheos al Presidente del Gobierno en el desfile de la Fiesta Nacional del 12 de octubre y cómo Carme Chacón está buscando una solución para que el año que viene no sea aún peor (que lo será). La opción que ha tomado es proponer modificar el protocolo del acto, supongo que para intentar alejar a la muchedumbre ruidosas de nuestros políticos y representantes magnos, una solución "muy de la época" y muy lógica de aquel que recibe la primera mirada de su jefe cuando ocurre un error.

Pero como tengo empatía con la Ministra me gustaría entablar conversación imaginaria con Carme donde le haría tres preguntas que seguro nos llevarían a proponer una solución definitiva. Vamos a ellas:

La primera pregunta se la haría a la Ministra: ¿Has pensado alguna vez eliminar este evento? Estoy seguro que en tus años más mozos de socialista lo has soñado.

La segunda dirigida a la Carme ciudadana: ¿Qué significa un desfile militar por las calles de Madrid en el año 2011?

Y la tercera a la gestora política: ¿Cuánto cuesta poner en marcha todo este tinglao? Eso ¿cuánto cuesta, ensayar, disponer 3.000 personas y equipos, coordinarse, trasladarlos, hacerlos volar, preparar el recorrido, las horas extras, alimentarlos, gasolina, alojamiento...?

Con sus respuesta me resultaría sencillo arriesgarme y proponer una solución final que evitará los abucheos al jefe de Carme y, a muchos, convivir y tener que explicar a sus hijos este tipo de ceremonias y liturgias que consideramos de otros siglos, de escaso interés para nuestra sociedad e incluso de dudoso gusto estético. Lógicamente esta solución es la abolición. Ahora: me está entrando la risa por que como nos pongamos así entre abolir los toros y los desfiles militares va a ser verdad que nos vamos a cargar a ¡España!. Pero bueno, también es verdad que a algunos nos gusta vivir en un país de perfil bajo.







Reacción acción: totalmente de acuerdo.