sábado, 18 de julio de 2009

La sierra de Cuenca y Cancún.

Está claro que somos unos consumistas. Esta es la facilona y obvia reflexión a la que he llegado estas vacaciones en un paraje de la sierra de Cuenca, donde el único herzio que llegaba permitía a la televisión del salón de juegos trasmitir "la uno" con una añorada niebla de antes de los años 80. Es facíl imaginarlo, un lugar idonéo para desconectar de forma definitiva. Quince días lejos de los amigos, sin compañeros, sin política, sin proveedores, nada de móviles y de ruidosos SMS, salvados del correo electrónico ya que es imposible del todo conectar por Internet, así que nada de actualizaciones del facebook y, mucho menos, de blogeo. La única información la obtenía a través de la lectura del diario de turno, que por cierto trasladaban todas las mañanas desde más de 35 kilómetros junto a los alimentos del día.

Dicha lectura me permitió desde la sierra despreocuparme de la crisis económica, asustarme con la presentación del Cristiano Ronaldo (por cierto vaya nombre moñas), reflexionar sobre la posibilidad de poder ser grupo de riesgo de la Gripe A, casi recordar el nuevo nombre que le han dado RH1N1 (o algo así, no lo voy a confirmar en el google, ¡tío!) y ,sobre todo, comprobar los tiras y aflojas del "caso Correa" y como sale a la luz uno de los canceres de la política española: el menudeo mafiosillo al cual incluso se le intenta quitar importancia por los bajos precios de lo ofrecido. Ojo más de 3000 euros en trajecitos. ¿Qué no habrán sido en paellas y mariscadas?.

Pero hoy esa no es la guerra, el objetivo de esta entrada queda reflejado en el título, me encuentro en estado zen y como he escrito en el Facebook "soy relax" y en eso estaba. La última, otra de las noticias de moda, para mi la más sorprendente ha sido la alerta naranja del calor en el verano español. ¡Vamos ahí! toda la vida pasando calor en verano y ahora esto es noticia con nombre y apellidos "alerta naranja". Castilla-La Mancha era una de las regiones que se encontraban en este estado y yo en Cuenca debajo de un pinar en una tumbona leyendo un libro de Tony Puig (Marca Ciudad) - imprescindible para todos aquellos que pretendan mejorar una ciudad - y a 25 ºC con una ligera brisa que obligaba a quitarse el bañador y resguardarse en ropa seca tras salir de la coqueta y fresquita piscina. Rodeado de un hermoso y tranquilo ruido de bosque y de risas de educados niños que juegan con cualquier cosa a la que poder dar una patada. La paz estaba conmigo y con mi espiritu, lo que me hizo imaginar el estres de aquellos que en un aeropuesto pasaban horas y horas esperando vuelo que, tras conseguirlo, pasaban más de doce horas para llegar a la otra parte del mundo, bajar en otro aeropuerto cualquiera y coger autobuses hasta esa deseada tumbona en una playa de Cancún, sin pensar en la vuelta de igual características. Y yo aquí en Cuenca, en la Toba, este paraiso unión fenoso (ahora casi gas natural o la caixa, quién sabe) en el medio de la serranía. Haciendo lo mismo: descansando y relajandome. Y mejor que eso, disfrutando de mis tres mostruitos sin pensar en otra cosa y sin necesidad de estar en el lugar más exhuberante de la tierra. Y sin meterme en más historias de costes y estado de crisis. O sí, si es que sencillamente somos unos consumistas desaprensivos y tenemos que vivir los tiempos que corren sin pararnos a pensar que en Cuenca se está igual que en Cancún. Y así incluso es aún mejor para nuestros bolsillos en época de crisis.

Reacción acción: totalmente de acuerdo.